La literatura y escritura se remontan a un pasado folclórico, donde todo comenzó con un orador y algunos escuchas activos, dispuestos a aprender. La oralidad y la literatura se relacionan, a pesar de que puedan emplear diversas formas de articularse. Como la oralidad tiene por características las expresiones, la espontaneidad, la inmediatez, un acento y un tono en la voz, así como la kinesia, además de que la teatralidad se define como la creación y representación de una obra dramática. 

Todo pareciera indicar que la teatralidad se encuentra enraizada en nuestro lenguaje y expresión corporal. La teatralidad incluso se encuentra en la semiótica cultural, que se refiere al discurso cultural de un país, las expresiones que usamos, las metáforas, las interpretaciones que damos al lenguaje.  

La dramaturgia es literatura dramática y adquiere la teatralidad cuando se encuentra dentro de una puesta en escena, pero es mucho más que eso. Cuando el espectador va al teatro, el drama del actor pasa a ser el drama del espectador y los límites de la realidad se desbordan. Comienza un viaje lleno de paradas, donde el personaje es nuestro guía y nuestro mundo se amplía con cada parada. El teatro, al ser el arte más antiguo y además una forma de representación, creando signos en un espacio definido, a través de diferentes actores satisface una necesidad humana y por eso es elemental dentro de la cultura. Colabora con el pensamiento colectivo; es en sí mismo una manifestación social que aborda creencias y responde a interrogantes que las sociedades exponen.