Mi historia de vida tiene muchos lugares comunes que a mí me aburren pero que al autor le parecen fascinantes. Así me dijo. Dice que mi pasado y mi presente tienen mucho del mito griego, un calco de sus peleas, traiciones, raptos y relaciones extramaritales en un panteón de dioses tan vulgar como divino.
Haz de cuenta que el Olimpo era una familia disfuncional allá en Grecia donde el Jefe era Zeus y la Jefa era Hera. Era… Hera. Hera con H. Así le pusieron vaya a saber quién. Bue, ni modo.
Zeus tiene hijos con su esposa Hera pero igual se coge a las sobrinas, las musas, un morrillo que secuestra convertido en águila y tiene hijos, muchos hijos por andar coge que coge. No va que con una vieja tiene a Dionisio, dios del vino y la alegría, del teatro, las orgías. El teatro, las orgías… Bue, ni modo.
Dionisio, que le gusta el sexo más que a mí el alambre de bistec se coge a Afrodita, diosa de la belleza y el amor carnal… O sea, dos ninfómanos pues dándole al vicio… ¡Imagínense eso! ¿A quién podían engendrar? Pues a Príapo, fiero machote dios de los campesinos y pastores, dador del instinto sexual y protector contra el mal de ojo.
No si estos griegos, pachequísimos… No va que Afrodita le es infiel a Dionisio y Hera, Hera con H, la Jefa de jefas, se entera. “¡Hey you, mother fucker! Maldigo a tu hijo a tener una vergota gigante que esté siempre dura como mástil de escuela…” Y pues ahí lo tienen, con su berenjena al aire a donde vaya…
– Titanio Tecol